En Santiago del siglo XIX (Chile), en 1850, proveniente de una familia del norte de Chile (en Copiapó), caída en desgracia económicamente, un joven muy talentoso de buena apariencia, llamado Martín Rivas, es hospedado por los Encina, una familia creme de la creme de la clase alta capitalina radicada en un barrio aristocrático cercano a Campo de Marte.
Don Dámaso —padre y cabeza de la familia— acoge a Martín por tener deudas de gratitud con el fallecido padre de éste, debido a que la simiente de su fortuna personal se debe a la venta de una mina de propiedad del difunto.
A cambio del hospedaje, el joven Rivas se encarga de las contabilidades de Don Dámaso, quien es además un encumbrado personaje social y político de la sociedad chilena, muy convulsionada en aquella época por corrientes políticas importadas y además por convencionalismos y prejuicios discriminativos vigentes. Pronto Martín se gana la estima y confianza de Don Dámaso y le confía mayores responsabilidades rechazando recibir pecunio por sus servicios.