Para el protagonista de esta historia, la puerta en el muro es auténtica, y permite, a través de un mundo tan real y verdadero como el ladrillo y la madera, acceder a una realidad inmortal.
El aire, allí, resulta extrañamente estimulante, la juventud está siempre presente, la belleza aparece por todas partes y la alegría arropa al visitante. ¿Existe, realmente, este jardín encantado capaz de enfrentarse a la tediosa existencia diaria?